Hoy tuve un encuentro extraordinario que cambió completamente mi comprensión del Pasaje del Gremio. Mientras fotografiaba las inscripciones en las paredes, una mujer mayor se acercó y me preguntó qué estaba haciendo. Resultó ser Doña Carmen, cuya familia ha vivido en el edificio adyacente durante cuatro generaciones.
Carmen me invitó a tomar café y compartió historias fascinantes sobre el pasaje. Me contó que su abuelo fue uno de los últimos tejedores que utilizó el corredor para transportar telas en los años 40. Me mostró fotografías antiguas que documentan el pasaje cuando aún estaba activamente en uso comercial, con carretas y trabajadores moviéndose constantemente.
Lo más revelador fue descubrir que existe una red informal de "guardianes" - residentes que han protegido estos espacios durante décadas. Ellos mantienen las puertas de acceso, limpian ocasionalmente y se aseguran de que no sean vandalizados. Carmen me presentó a otros tres guardianes, cada uno con sus propias historias y conocimientos sobre diferentes pasajes.
Este encuentro me hizo reflexionar sobre la importancia de la memoria oral en la preservación del patrimonio urbano. Los documentos oficiales y mapas históricos solo cuentan parte de la historia. Las experiencias vividas y transmitidas de generación en generación contienen detalles y contextos que nunca aparecerán en archivos formales.
Carmen me dio permiso para fotografiar las imágenes antiguas y me ofreció contactar a otros residentes que podrían tener información sobre pasajes adicionales. Este tipo de colaboración comunitaria es exactamente lo que el proyecto necesita para crecer de manera auténtica y respetuosa.